LA IMAGEN Y LO REAL


Las nuevas tecnologías han traído múltiples avances a la sociedad. El simple hecho de poder comunicarse con cualquier persona del mundo al instante es algo que hace unos siglos era impensable. Sin embargo, el estar interconectados unos con otros acarrea también problemas. Entre otras cosas, las necesidades creadas en decenas de productos que antes no existían han provocado que haya personas con una concepción de la vida y la intimidad muy diferente a la de antaño. La espectacularización de todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana es algo que todos observamos con naturalidad hoy en día. Las personas nos vemos inmersos en nuestra película y se la debemos contar al mundo.

Por mucho que parezca algo inofensivo en el devenir de una sociedad como la nuestra, sí me gustaría recalcar la importancia de las acciones frente a la imagen. Hoy en día todo es imagen, especialmente en política como en los últimos años hemos podido comprobar. Eso es lo que vende, pero las implicaciones de determinadas acciones van mucho más allá de la foto, y muchas personas no lo comprenden. Y no lo comprenden por la simple razón de que sus vidas son solo imágenes colgadas en Internet. Apenas se detienen a pensar qué hay detrás de la fotografía que ha subido su amiga o amigo. Mucho menos sobre qué razones hay detrás de una determinada imagen política.


Todos, yo el primero, nos dejamos llevar por los cantos de sirena que se emanan desde determinadas plataformas creyendo que tenemos la verdad absoluta en nuestras mentes formadas. La mayoría de las veces solo sabemos lo que hemos visto en una fotografía, sin investigar. Nos creemos la foto, la imagen, el eslogan. Eso es lo peligroso; no pensar. Las imágenes, las cosas masticadas. Nos liberan de la pesadez mental que implica leer un libro de mil hojas sobre determinado tema concreto. ¿Para qué si en la sociedad de hoy en día todo son imágenes, postureo? Mientras, quizá alguien encima de nosotros se ríe ante nuestro conformismo y pereza mental.

Leer nos abre la mente y nos crea un espíritu crítico mediante el cual sabemos distinguir lo real de lo falso o “fake”. Nos permite no tener que creer lo que nos dicen. Poder reflexionar por nosotros mismos, formándonos. Pero las nuevas tecnologías nos han quitado en parte ese esfuerzo. No por su razón de ser sino por la utilización que hacemos de ellas.


La imagen está bien pero no hay nada detrás, solo un instante. No podemos avanzar si solo capturamos un segundo. Para las relaciones personales, para la política, para el propio futuro de la sociedad. La profundidad, ver más allá de la simpleza, es fundamental.

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