SANIDAD PARA TODOS
En mi opinión no debería existir la sanidad privada. Y la razón
principal es muy sencilla y obvia, pero la gente la suele pasar por
alto. Un negocio con la sanidad es hacer dinero aprovechando la mala
salud de miles de personas. Es algo absolutamente condenable y
despreciable, quien se lucra con el dolor ajeno. Y no estoy hablando
de los profesionales que allí trabajan, obviamente. Estoy hablando
de los que permanecen arriba, llenando el bolsillo de billetes fruto
de la desesperación.
Mientras haya
sanidad privada, pagada en parte desde el estado, no se dedicarán
los recursos suficientes y necesarios a la sanidad pública, la de
todos. El hecho de que se destine dinero a la sanidad privada con el dinero de todos es absurdo. Pues no todos vamos a disfrutar de la sanidad privada que estamos financiando. Durante la crisis se recortó en la pública y se incrementó la financiación de la privada. No debería haber distinción de dinero en temas sanitarios.
Que una persona haya tenido mejor suerte que otra y haya ganado más
billetes a lo largo de su vida no debería ser razón para que se
tengan atenciones y cuidados distintos. Estamos hablando de la vida
de todos los seres humanos. Algunos dirían que si alguien no tiene
dinero para poder costearse una sanidad privada es su culpa. Yo me
pregunto cómo los que se la pueden permitir lo harían sin el
esfuerzo de sus trabajadores que generan el dinero con el sudor de su
frente. ¿Acaso esa gente no se merece una sanidad lo mejor posible
al igual que sus jefes y superiores? Al fin y al cabo, el dinero
ganado no se mide en el esfuerzo y la dedicación que se la haya dado
a algo; depende de la suerte, en gran parte, o de haber nacido ya en
una posición acomodada. Los que no han tenido toda esa suerte, ¿no
se merecen la mejor sanidad posible también?
Quiero recalcar una
cosa; yo, si tuviera el dinero suficiente y tuviera una enfermedad
grave, lo más probable es que fuera a la sanidad privada. En
cuestión de supervivencia, todos miramos nuestro bien. Si en
la sanidad privada tienen más recursos y, por tanto, tengo más
posibilidades de curación, la respuesta es obvia. El problema no es
de los pacientes sino del sistema. Si todos pudiéramos pagar y tener
la misma sanidad, no habría problema. Pero no es el caso. La sanidad
debería ser la misma para todos.
Por humanidad y por
sentido común, más allá de la lógica neoliberal en la que vivimos
inmersos, la salud no debería ser cuestión de estatus social. No
debería tener mejores condiciones una persona afortunada por su
nacimiento o por su correcta interpretación de los tiempos para
ganar dinero a lo largo de su vida que una con la desgracia de haber
nacido en una situación diferente. Lo extraño tendría que ser
creer que unas personas merecen más curarse que otras. Y, sin
embargo, esta sociedad que todo lo corrompe, hasta el humanitarismo,
suena extraño o extremista decir que la sanidad debería ser igual
para todos. Igual de buena. No igual de mala. Aunando esfuerzos se
haría una sanidad mejor que crearía mejores condiciones sociales y
nos mejoraría a todos los seres humanos.
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